TEXTO Y FOTOS: VICENTE GARCÍA

La Bretaña francesa es famosa por su costa y sus pueblos encantadores. Vicente García nos comparte su recorrido, junto con una reflexión honesta sobre la belleza de planear –e improvisar– en un viaje.

Hoy leí que con Inteligencia Artificial uno puede armar un itinerario de viaje sin necesidad de agencia ni mapa. Basta con ingresar destino, intereses, número de días, tipo de dieta... y listo. Incluso te recomiendan dónde hacer yoga.
Se pierde un poco esa magia de planificar: comprar un libro, estudiar mapas, discutir con amigos mil opciones para un solo destino. Pero lo cierto es que esos errores, desvíos e imprevistos... también son parte de la aventura.

El hotel que no era como en las fotos, el tag de autopista que costó el triple por no entender una señal, o el restaurante que se vuelve favorito porque te salvaste de la lluvia. Todo eso construye el viaje. Hay que planear, claro, pero no tanto: el viaje ocurre *durante*, no *antes*.
La región de Bretaña es perfecta para eso. Ubicada en el noroeste de Francia, su costa montañosa se extiende al Atlántico y está llena de sorpresas. Recomiendo elegir 3 o 4 pueblos como base para un viaje de 10 a 12 días y desde ahí explorar. Rennes fue nuestro punto de partida por su cercanía con París.

Nevez, Trébeurden y Saint-Malo fueron nuestras otras bases. Desde ahí, empezamos a trazar el camino. Tres horas por pueblo bastan. Algunos incluso se recorren mejor en auto.
Recomiendo: Vitré, Fougères, Josselin, Quimper, Locronan, Lannion, Tréguier, Dinan, Saint-Malo y, por supuesto, Mont Saint-Michel. En cada lugar, busquen un buen lugar donde almorzar y dosifiquen los crêpes. Hay cientos, pero el exceso puede agotar hasta al más goloso.
No olviden probar las ostras, el vino, los mussels con papas fritas, y caminar por las costaneras. Observar a la gente es uno de los grandes placeres del viaje.
Y el mejor consejo que puedo dar: viajen con amigos que gocen y no hagan problemas. Esos con los que todo fluye y con quienes no todo gira en torno a los hijos. Así lo hicimos nosotros.
Y por último: planeen con inteligencia... la suya, no la artificial.